“Uno puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión. Pero hay una cosa que no puede cambiar... no puede cambiar de pasión”, le dijo Pablo Sandoval (Guillermo Francella) a Benjamín Espósito (Ricardo Darín) en el histórico film argentino “El secreto de sus ojos”.
¿Hay posibilidades de encontrar algún tipo de explicación a la pasión tan fuerte que sienten los hinchas por el club de sus amores? Seguramente sí. Sin embargo, en un país tan sentimental como Argentina, a veces es preferible pensar que no. ¿Por qué quitarle la magia y la ilusión a algo tan lindo como el amor?
Luciano Nuñez, fanático de Boca, elige posicionarse desde esa mirada. “Me cargan mucho, me viven tildando de porteño. Yo siempre digo que es como cuando te enamorás de alguien de otro país, es un flechazo que uno no sabe explicar bien por qué se dio. Bueno, yo me enamoré de Boca”, se sincera el hincha de 42 años, en la previa del Superclásico, que se disputará el domingo en el Monumental de Núñez.
Luciano, nacido en Tucumán, es probablemente uno de los hinchas “xeneizes” más reconocidos en el país, especialmente en el mundo de las redes sociales. Resulta que en octubre de 2018, cuando Boca debía enfrentar a Palmeiras por la semifinal de la Copa Libertadores, un gol de Darío Benedetto desató la locura en el fanático. “No podía creer el gesto técnico que había hecho, cómo la pisó y remató desde afuera del área al ángulo. Yo no tenía con quién festejar, entonces me salió hacer el gesto como diciendo ‘está loco’”, recuerda Núñez. Automáticamente, la cámara de la transmisión en vivo lo detectó y su imagen se volvió tendencia por varios meses en Twitter.
Tras viralizarse, el fanático fue rápidamente bautizado como un “amuleto de la suerte”. Luciano va interrumpidamente a la cancha hace más de 20 años y nunca vio perder a su equipo en La Bombonera.
“Boca para mí es un amor enfermizo, me potencia todo; los buenos y los malos momentos. Por ahí me dicen ‘no te puede modificar tanto que un equipo de fútbol gane o pierda’, pero yo no lo puedo controlar. Soy eufórico en las victorias y me pongo exageradamente mal en las derrotas”, reconoce Luciano, quien admite que verá el clásico del domingo solo, debido a cómo lo vive. “Me pongo muy mal, mis amigos ya ni me invitan”, agrega.
Más allá de que se encuentren en veredas distintas, Luciano Nuñez y Carlos Romano, fanático de River, tienen algo en común. Ambos sufren de las constantes críticas de los futboleros de la provincia, quienes no comprenden que los seguidores no elijan alentar a un club de Tucumán.
“Es difícil para nosotros, la gente nos cuestiona mucho. Yo creo que no nos entienden, lo mismo que ellos hacen acá, lo hacemos en Buenos Aires, con la diferencia de que a nosotros nos cuesta bastante más”, señala Romano, quien se perdió solo dos clásicos en el Monumental desde 2002, y es presidente de la filial de River en Famaillá. “River se hizo una pasión, significa mucho para mí. Gracias al club pude formar una gran familia en la cual todos compartimos algo muy fuerte”, agrega Romano.
De esa manera, Luciano y Carlos corroboran la hipótesis planteada en “El secreto de sus ojos”. No deben pedirse explicaciones, ninguno de ellos cambiaría su pasión por nada en el mundo. (Producción periodística: Diego Caminos)